Hace unos días, cuando era un
jamón -como dice un amigo para referirse a los que están fuertes pero no están
definidos-, decidí “ponerme para los cuadritos”. Es el término que
cariñosamente se utiliza para definir los músculos del cuerpo, incluyendo los
del abdomen.
Hablé con mi entrenador, gurú y sensei, César Ortiz, para que me
dijera lo que iba a necesitar, sin imaginar que a 4 semanas de ese día iba a
estar a varios cientos de kilómetros ‘8 …. de donde había iniciado. Ya había
tomado la decisión de ponerme en eso y no había vuelta atrás.
Dentro de los cambios en la
alimentación estaba la eliminación de raíz del refresco y el alcohol, excepto
el vino…… el vino…. un hombre que no toma esa vaina. Yo nunca he sido ese gran
bebedor, pero cuando me junto con los muchachos siempre hay un Barceló o una
cerveza que hay que rendirle los honores, pero eso ya sería cosa del pasado. Ya
me imaginaba en los lugares públicos contemplando una de mis opciones: un
Gatorade, un agua o un jugo sin azúcar mi hermano, oiga que poema! Pero todo
por obtener mis resultados.
Compré todos mis venenos, como se
les llama a los suplementos, e hice una lista de los alimentos que iba a necesitar
para empezar a bajar la barriga y el porcentaje de grasa. En el mercado de la
Feria Ganadera compraría la mayoría de las cosas, donde un pollero en el
ensanche Kennedy compraría la pechuga de pollo -con hueso, más adelante
aprendería a deshuesarla-, el pescado lo mandaría a buscar a Boca Chica con uno
de los 5 compañeros de trabajo que viven allá y a los asaltadores de los
supermercados sólo les dejaría las latas de tuna, aceite verde y 2 o 3 cosas
más. Comer saludable para este proceso buscando economía, en resumen.
El lunes le digo a César que
estaba ready para empezar. Fire to the can!!! Iniciamos el proceso con rutinas
de mucha intensidad, y mucho peso. Luego de las pesas, lo nuevo para mi: cardioHIIT, el infierno vestido de caminadora o de elíptica, dependiendo del humor de
César de ese día, y de qué tan explotado me hayan dejado las pesas -a más
explote, con más maldad me trabajaba-. Al final de cada rutina del gym, podía
llenar una cubeta exprimiendo el t shirt. Sudaba más que el novio que entra al
baño en la casa de la novia y no encuentra papel al final de la jornada.
Ya en el trabajo empiezan los
relajos con mi comida, que "eso no es comida de hombre", que "y todas esas hojas?",
que "y el arroz dónde está...?"…. y haciendo
apuestas entre ellos del tiempo que voy a durar antes que me jarte de comer así
y estar tan enfocado en el gym. Y yo callao.
En mi casa, mami, feliz porque yo
me estoy preparando mis desayunos, meriendas, comidas, fregando todo lo que
ensucio…. hasta el punto que hoy en día ella está comiendo lo mismo que yo y le
está bajando a la comida con grasa. Pero, como siempre, “Melo, ya no te pongas
más fuerte, mira eso brazo muchacho”. A mi hermana el primer día la puse a
tomarme una foto para luego hacer el antes y después -claro, si en Instagram lo
hacen, aunque sea negro, yo no me iba a quedar sin ese bultaso-.
Llega el fin de semana y empiezan los coros y
Satanás pasándome la cola sucia de romo por el lado. Ese sábado fue la primera
vez, en la ya un poco larga historia de mi vida, que pido un vino en un Drink. Me
lo tomé en un parque junto con Vanessa y Luis, quienes no pusieron resistencia
y se bajaron su vino en su vaso plástico junto conmigo, como que la vida ya no
vale nada.
El domingo lo hice un poco más
hardcore y le caigo al Pollo en Krystal -discoteca under que está en el
ensanche La Fé-. Cuando llego, tienen 2 Buchanans encaramao sacándome la lengua
del largo de aquello. Y qué hizo este tolete de hombre???? Pidió un agua.
Gracias. Yo sentía que hasta el DJ me estaba mirando raro. En fin, ni el Pollo
ni Crópata ni Juan me dijeron nada, porque por lo regular cuando uno no está en
bebida los amigos se molestan y le dicen dos vainas a uno, pero na, ellos
también saben en lo que estaba y yo sobrio o con alcohol no es mucha la
diferencia.
Llega la semana dos y tengo 5
días de vacaciones en el trabajo. Eso significa que tengo que ir al gym a la
1:30pm para darle con César que entrena a esa hora. Eso solo significaba que
Belcebú arroparía mi ser y me dejaría en los huesos. Me encomendé a mi Señor
Jesucristo esa semana y gracias a Dios solo fueron 5 días de vacaciones, porque
quizás hoy este post no se estuviera escribiendo.
Han seguido pasando los días. Voy
por la mitad de la semana 4. He bajado el porciento de grasa notablemente -de
un 15.2% a un 12.7%- Creo que ya voy por 6 cartones de huevos hervidos. Ya no
pido entre los dientes un agua o una ensalada cuando salgo a cenar. Me siento
mucho más saludable. Aunque no he aumentado notablemente las libras -de 172lbs
a 176lbs- me veo más fuerte porque estoy más definido y seco. Las piernas,
pecho y espalda me han mejorado bastante que son músculos malos que tengo, y es
donde mayor atención debo poner.
La ropa es un problema porque al
aumentar medidas ya no tengo camisas ni para trabajar, y los pantalones me pelan
en la entrepierna, tendré que ponerme licras.
Fuera de lo que es la relación
entrenador/entrenado, César inició a trabajar en el gimnasio Palace justo
cuando yo me inscribí allá y hemos hecho ya una amistad de 4 años. Siempre está
encima de mi escribiéndome por Whatsapp, diciéndome qué comer y qué no, un
seguimiento tanto dentro como fuera del gimnasio. Aparte de todo, la mejor
promoción que César puede tener es que la gente vea los cambios que ha hecho
conmigo y se anime a que él lo entrene. De hecho, ya dos personas se han puesto
en contacto con él después de hablar conmigo por los resultados que estoy
teniendo.
Pero más allá de los suplementos,
alimentación, rutinas, está la disciplina que he tenido desde que tomé la
decisión de hacerlo. Todo está en la mente y si dije que iba para allá, que me
esperen con la banda de música de los bomberos si quieren, que para allá voy.
Mi consejo es que si usted no
tiene ánimos de ir a gimnasio porque se siente muy vago, porque eso no es para
usted, por X o por Y, intente yendo un día a la vez, la rutina va haciéndose un
hábito y ya después el día que no vaya hasta mal se siente. Yo empecé a ir al
gimnasio junto con Jeancarlo hace como 11 años y puedo durar 2, 3 meses sin ir
dependiendo qué tan ocupado esté, pero ya es un estilo de vida que se crea y no
hay forma que se deje.
������������Bien ahi papa! Siga fajao que ahora es que falta mambo!
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